Tocando el éxtasis

El éxtasis de Santa Teresa
Escultura de Gian Bernini 1647-1652

Del gozo brota la creación.
Se mantiene por él.
Se dirige hacia el gozo.
Y al gozo regresa.

   Mundaka Upanishad

La transverberación es una experiencia mística que, según la iglesia católica, es un fenómeno en el cual la persona logra una unión íntima con Dios, sintiendo que el corazón es traspasado por un fuego sobrenatural.

En la imagen admiramos una escultura de Bernini, hay quienes creían que más que un éxtasis religioso, la mística Santa Teresa de Jesús, parece experimentar el más arrebatador de los orgasmos. Ciertamente el rostro de la santa en éxtasis es el rostro humano del placer, la boca entreabierta emitiendo los gemidos que la propia Teresa nos narra en su Libro de la Vida, el gesto de desmayo de una cara arrebatada, las túnicas de la santa agitándose al compás de su corazón atravesado y el cuerpo flácido sin control que se desmaya.

¿Qué es el éxtasis?

La palabra éxtasis, viene de las raíces, Ex-stasis, y significa, estar fuera de uno mismo.  Si yo digo, “estoy extasiado” o “estoy fuera de mí”, quiero decir que estoy lleno de una emoción que es demasiado fuerte para ser contenida por mi cuerpo o comprendida por mi mente racional.  Soy transportado a otra esfera en la cual puedo experimentar el éxtasis.  del libro de Robert A. Johnson, Éxtasis psicología del gozo Ed. Kairós 1991

Recientemente he escrito varias veces sobre éxtasis y tengo que insistir en el tema para comprender cual es el objetivo supremo del Tantra. Sí, su objetivo es hallar el éxtasis o el gozo. El éxtasis no es sinónimo de felicidad. La felicidad es efímera, es pasajera. El gozo es eterno. Cuando puedes conectarte con el gozo y ser el testigo del mismo desde el Alma (Atman) habrás comprendido que el Universo se extiende más allá de lo que nuestros limitados sentidos pueden percibir. 

En sánscrito al estado de gozo o éxtasis se le llama Ananda.  El enunciado Sat-Chit-Ananda  o Satchitananda, apareció en la tradición hindú hace más de 2,500 años.   Su significado es:  Sat – verdad, Chit – conciencia, Ananda – gozo.   En plena conciencia hallarás el gozo y ésta es la única verdad. O la trascendencia se alcanza por medio de la verdad, la conciencia y el gozo absolutos.  Una definición más es:  Sólo se alcanza el gozo cuando lo vives desde el alma.

Indudablemente el hinduismo se vio influenciado por los griegos quienes hablaban del gozo, cinco siglos antes de cristo. Dionisio es el dios del gozo y del vino. Ya hace siete mil años entendían que no es lo mismo la felicidad que el gozo.  Alain Danielou, un escritor francés del siglo XX, dedicó un libro completo a ambos cultos, Shiva y Dionisio. Otro día te platicaré de ese libro.

Dionisio es el dios del vino y del éxtasis. Poco a poco fue desterrado del panteón griego y sustituido por Apolo, un dios racional. Pero el arquetipo de Dionisio sigue dentro de nuestro inconsciente colectivo. Tendemos a asignar experiencias psicológicas a los hombres y a las mujeres. A los hombres les concedemos la cabeza, la lógica el discernimiento. A las mujeres el cuerpo, la emoción, la intuición. Ahí es donde entraba Dionisio y equilibraba nuestros aspectos femenino y masculino.  Quizás por ello era especialmente querido por las mujeres.

Las adoradoras originales de Dionisio fueron las Ménades, mujeres salvajes de las montañas. Poseían el poder mágico de hacer que la tierra floreciera, con el toque de sus varitas corrían ríos de agua, vino, leche y miel.  Y en su furia despedazaban al hombre que cruzara en su camino o que se osara intentar entrar en su recinto sagrado. Al mismo Dionisio lo despedazaron ritualmente y lo comieron como sacramento. (te suena a una historia parecida) ¡Ostias Tío!

Otras historias cuentan que las ménades estaban tan embriagadas con el gozo que mandaron a Dionisio al mundo de los muertos y allí fermentado al igual que la uva reapareció como el vino, su forma actual. Rendir culto a Dionisio, es rendir culto a la fuerza vital. (Prana). La vigorosa energía vital de la tierra triunfa sobre los esfuerzos humanos de contenerla. Así vemos a las raíces de un árbol romper las artificiales aceras de las calles.

Pero, entregarse al éxtasis al gozo, no es entregarse a la perdición. El mismo Dionisio se emborrachó una sola vez, y no le gustó. Un cuento relata que ya ebrio Dionisio llegó al santuario de Zeus convertido en burro y obviamente, rebuznando. Y de esos rebuznos nació el habla humana… 

El mundo del éxtasis es sensorial, no es sensual. Piensa en esto. Se disfruta comer un mango pedacito a pedacito o sorber una copa de vino traguito a traguito.  No hay un objetivo posterior, el éxtasis o gozo se vive en el camino, no hay otro fin que extasiarse.  Lo que llamamos sensualidad es un atributo de la mente rebuznadora humana, lo sensorial está más cerca de tu Satchitananda. Cuando puedas comprender esto, podrás comenzar a vivir desde el gozo. 

Om Namah Shivaya

Pedro Aumkar